lunes



No sabría cómo explicar mi sensación cada vez que hablo con M. y con S. en Ohm, ¿Pena? ¿Angustia? ¿Tristeza? No sé pero me dan ganas de llorar cada vez que las veo y hablamos, a veces me quejo de lo dura que es mi vida, aunque es cierto que muchas otras personas sufren igual o peor que yo emocionalmente, pero como digo siempre cada uno con lo suyo, a veces me quejo de ser así, de lo mal que se pasa, de cómo te cambia mentalmente, de cómo aprendes a vivir de nuevo y no dejo de pensarlo pero es aquí cuando me doy cuenta que hay gente que todavía lo está pasando peor.

Estas dos señoras de avanzada edad suelen venir a Ohm vestidas de mujer para encontrarse a gusto y cumplir su deseo de vestirse o sentirse mujer una noche. Recuerdo cuando trabajaba allí me pasaba la semana soñando con que llegara el finde para poder vestirme de mi, de lo que siempre soñé, de chica, la gente sería incapaz de comprender la sensación si no lo siente de verdad, mientras pasaba la semana y llegaba el viernes me iba como “excitando” con la idea de poder salir o sentirme chica por unas horas, a veces sufría cuando mi prima me decía que no quería quedarse sola y me pedía que me quedara con ella, es lógico que ella no supiese nada, nada acerca del sentimiento que crecía en mi sobre la idea de comenzar el proceso, la quiero y la querré siempre pero jamás olvidaré las discusiones que tenía con ella acerca de este tema, como me intentaba convencer de que no era así, que era la J. y J. las que me metían estas ideas en la cabeza, en aquella época vivía con ella y para mí era muy importante por eso respeté su idea y su deseo de que siguiera siendo un chico, pero día tras día era un calvario, más ropa de chico, más cuerpo de chico, más vida en un cuerpo y en una mente que no correspondía conmigo, una forma de vida que para nada se asemeja a la de hoy, la que siempre he soñado, la que siempre anhelé. Vestirme de chica era pasar unas horas disfrutando de una sintonía entre cuerpo y mente, tenía ambas cosas a la vez, me veía como mi mente me pedía, cada fin de semana que pasaba ese sentimiento iba creciendo hasta el punto de pasarlo mal cuando hacía vida de chico. Salía con mis amigos por chueca y por dentro deseaba poder salir por otros sitios y pasarme los días enteros de chica, me angustiaba ver como la gente podía disfrutar de estar en esos sitios y yo sentirme por completo fuera de mi mundo, lo pasaba bien porque el alcohol y la compañía ayudaban mucho pero por dentro me preguntaba si de verdad quería vivir así el resto de mi vida, si de verdad podía aguantar ser un chico gay que se vestía de mujer para poder disfrutar de mi verdadero yo dos veces a la semana, a medida que llegaba el verano ese sentimiento se fue apoderando de mi corazón, de mi, día a día más sufría al ver como la gente estaba a gusto consigo mismo y yo cada día dejaba de ser lo que quería por el que dirán, por mi prima, mi familia, por mis amigos, .. saber si iba a ser aceptada o no entre estas personas me mataba por dentro y creo que por ello estuve dos años de mi vida viviendo una mentira, viviendo como ellos me quería ver, por miedo a enfrentarme a la realidad, a una realidad que todo el mundo veía venir pero que yo no lo tenía muy claro. La decisión la tomé un día en verano antes de un viaje, un día paseando por la calle vi como una chica trans guapa y normal tenía su vida y caminaba sin complejos por la calle, cuando la vi me quedé petrificada en la acera, me giré la miré y un escalofrió recorrió mi cuerpo y fue en ese momento cuando decidí luchar contra viento y marea para llegar a ser lo que soy, las lagrimas me salieron y no sabía qué ni cómo pensé que en un año o menos quería ser así, durante el viaje lo pasé mal, muy mal, tenía una angustia horrible por mi cuerpo no sabía cómo explicar lo que quería, tenía miedo a que se alejaran o me vieran de otra manera, tenía miedo a verme sola. Una vez en mi casa y con el paso de los días más me iba angustiando, más miedo tenía al paso pero no quería dejar de hacerlo, estudiaba las maneras de cómo hacerlo, como conseguir todo pero aún así tenía mucho miedo hasta el 4 de agosto que alguien me brindó su apoyo de verdad y de manera incondicional y gracias a ese mensaje decidí seguir para adelante sin importarme el que dirán o el qué pensaran, muchos han sido los que se preocuparon con el cambio, muchos se negaron, muchos se sorprendieron y la minoría me apoyo desde el primer momento pero luego los que tenían dudas fueron aceptándolo y viéndolo como algo normal.

El 27 de agosto fue la primera vez que me tome las hormonas y esa semana me la pasé entera llorando, llorando por la mañana, llorando por la tarde y desahogándome por la noche, los primeros meses creo que fueron los más angustiantes porque veía como todo iba girando y cambiando, como todo parecía un sueño,… a veces me paraba y pensaba ¿Qué hago? ¿Sigo? Tendía a caer o a pensar que no podía pero me ayudaron, no me lo creía, era todo muy distinto a como lo había soñado pero aún así merecía la pena seguir, seguir hacia adelante. La primera vez que decidí vestirme de chica a una hora que no fuera de noche fue un domingo para salir a dar un paseo, un domingo cualquiera para muchos pero el domingo más importante de mi vida, un domingo que hizo dejar atrás a Matías y darle vida a Silvia, un domingo que se ha convertido en cada día desde entonces, un domingo en el que M. murió pues ya no me volví a vestir de chico nunca más (bueno lo intenté dos veces y fue un fracaso, una parecía una rapera y la otra me dijeron guapa así que ya no colaba). Desde ese momento y hasta ahora he pasado por mucho pero sí que es verdad que no cambio nada, cada momento, cada minuto o cada experiencia buena o mala me han aportado mucho y me alegro, estaré sufriendo pero soy yo, estaré feliz pero sigo siendo yo, estaré triste pero sigo siendo yo, maldigo muchas veces todo pero lo hago por no seguir luchando, pienso locuras pero lo hago por miedo al mañana, me deprimo pero por miedo a quedarme sola, me rio por ver que vendrá, sueño por que pronto todo será rosa, canto para poder seguir día a día, y espero luchar hasta el último día de mi vida le pese a quien le pese.

Todo esto venía a cuento de S. y M., las dos señoras que se visten para salir y poder verse como son, dos chicas que me cuentas sus experiencias, sus vidas y sufro al ver el dolor en sus ojos, en sus historias, en cómo viven una vida que no les corresponde, de ver como sus manos tiemblan al contarme cosas, que matarían por ser yo, que pagarían por hacer lo que hago, ambas casadas y con hijos se visten de chica los fines de semana, mienten a sus parejas para poder sentir lo que yo sentía al principio, ellas, por desgracia, si que viven una vida de sufrimiento, una vida en la que jamás podrán ser lo que siempre soñaron, … se me parte el corazón cuando me cuentan cosas y me idolatran, a mi me hacen sentir mal, porque me da pena, por no poder hacer nada, no sabría decir que siento ni que se me pasa por la cabeza pero duele. Ver dos personas que intentan ser como yo y que por la edad y constitución les cuesta, como ellas me dicen, verse femeninas, es duro, me cuentan cuando se meten con ellas y me da pena pero aún así siguen haciéndolo todos los fines de semana. A veces les pregunto abiertamente si son felices y me dicen que sí, que tienen una familia pero que sufren por no poder hacer frente a la familia o la sociedad como mujeres, como lo que sienten por dentro. Muchas son las preguntas que me vienen a la cabeza cuando estoy con ellas y muchas son las posibles soluciones que yo misma veo a cada una de las preguntas. Ellas no hacen daño a nadie, solo se sienten felices varias horas a la semana, varias horas en las que pueden mostrarle al mundo como son de verdad y muchas son las veces que me cabreo al ver cómo, disfrutando de su noche, varios gilipichis por detrás señalan y critican, pero me doy cuenta que ellas son felices haciendo eso y estoy segura que esas personas que señalan tienen algo dentro que por miedo son incapaces de afrontarlo. Tiene un valor y una fuerza increíble lo que ellas hacen y me produce una cierta alegría ver como la gente lucha por ser o tener lo que quieren pero me da pena, y mucha, que en su momento no hayan contado con un gran apoyo que les empujara, les apoyara o les quisiera para dar el paso como yo lo tuve, en este aspecto sé que soy una privilegiada y la persona más feliz de haberlo tenido.

En estos días me preocupa mucho la situación de V., el chico que se quiere hacer chica y además se siente lesbiana, lo está pasando mal y no sabe qué hacer, y yo me angustio por que le ayudo pero no le obligo o le incito a dar el paso si de verdad no lo siente aunque yo creo que si, por lo que me cuenta y por lo que me dice, pero es una decisión muy personal y tiene que pensarlo mucho pues no es un camino de rosas, bueno si es un camino de rosas pero no desde el principio son de color rosa sino que el tono irá cambiando con el paso del tiempo, habrá épocas claras y otras oscuras pero siempre habrán rosas en el camino. Cuando hablamos de todo, de mi vida y de cómo he pasado por esto lo único que le digo siempre es que tiene que ser fuerte, que la visión de muchas cosas le cambiará, que será feliz y que llorará pero que conseguirá ser esa persona que le ronda la cabeza. Este tema prefiero dedicarle un día o un post completo por que vale la pena.

Canción del momento escuchar a R. comer un bocata al lado mío.

Un beso a todos.


Por cierto esto lo puse esta mañana y cada vez que lo veo me saltan las lagrimas.

Cada día flipo más con la gente.

http://www.telecinco.es/informativos/internacional/noticia/100036907/Brutal+paliza+a+una+transexual+de+22+anos+en+un+local+de+comida+rapida+en+Baltimore